La enseñanza debe ser un proceso continuo, ameno, diferente y divertido; la exigencia se verá reflejada en aquellas situaciones que nuestros jóvenes pondrán en marcha todas sus habilidades del conocimiento, pasando desde el pensamiento lógico y eficiente que propone las matemáticas o la observación minuciosa y empática de las ciencias y la tecnología, también la creatividad que exige la interpretación de familiarizarnos con una segunda lengua, hasta llegar a comprender la empatía del pensamiento crítico que exige las ciencias sociales. Por tal motivo, creemos firmemente en una enseñanza para la vida, que realmente sirva lo que en la escuela nos enseñan y que no sea una educación para el momento.